Camión
Hacer uso del transporte urbano, es una de las experiencias mas agradables que puedan existir, ya que por una módica cantidad, te trasladan a cualquier punto de la ciudad. La puntualidad y limpieza son su objetivo, pero su meta final, es el de satisfacer al usuario y cumplir su necesidad de transportarse de un punto a otro. Esto en teoría suena bien, pero la cruda realidad es otra muy diferente.
Cuando me vi en la necesidad de tomar un camión urbano en Cd.Obregon, mis expectativas de tal experiencia, no eran muy altas, de hecho no esperaba mas que solo subir al camión, pagar mi cuota, tomar mi asiento y en mi respectiva parada, bajar.
Cuando llegó el momento de hacerlo, me dirigí a la parada del camión, y con las indicaciones que antes había pedido, me dispuse a esperar que la ruta 11 pasara. Después de una hora de estar esperándolo, el camión ni sus luces. Llegue a pensar que algo muy grave había sucedido, talvez una llanta se había ponchado, o el chofer se había sentido mal.
Positivo y con todas las ganas de llegar a mi destino, decidí seguir esperando al famoso ruta 11. Cuando de pronto en la esquina a la cual tanto miraba, esperando ver señales del camión. Veo las franjas rojas y azules, que por descripción de un amigo, sabia se trataba de mi camión, el ruta 11.
Me preparo para pedir su parada. Bajo la banqueta, por eso de que el chofer sea algo distraído y no alcance a verme. Levanto mi brazo en señal de vida, y ya en caso extremo, trato de hacer contacto visual con el chofer, tratando de decirle telepáticamente mi intención de abordarlo. En eso percibo que el camión hace un ligero movimiento hacia mi... pero muy ligero. Yo rápidamente regreso a la banqueta, listo para subirme a el, pero el camión no baja su velocidad, y en esas condiciones seria muy difícil poder subir. El camión pasa por mis narices, sin hacer alto, y dejándome parado, con cara de desilusión y confusión.
Un camión mugroso y un chofer muy pendejo, empezaban a enojarme. Me quede esperando otros 15 minutos para tomar el siguiente camión, el cual detengo casi bloqueando su camino, y arriesgándome a que el imbecil no de se detuviera y me arrollara. Logro subirme al camión, le pago al chofer 4 pesos en vez de 2 pesos (Que es la cuota de estudiante), solo por el puto se le ocurrió que yo no era estudiante. Total... era mi primer viaje en camión, no lo iba a arruinar mas de lo que ya estaba por solo 2 pesos.
Me dispongo a tomar asiento, cuando de pronto la gravedad lucha contra mi, tratando de tirarme hacia atrás, ya que el chofer de mierda, acelera a tal velocidad sin fijarse de que sus pasajeros estén en su lugar. Me agarro de uno de los tubos que están mal soldados al camión, y con una pirueta que casi me disloca, logro tomar asiento.
Cuando estaba a punto de llegar a mi destino, me preparo de nuevo, ahora para bajar de esa maquina de tortura, llamada camión. Grito como tres veces !Baja!... y en lo que se abre la puerta, bajo sin que el camión deje de seguir andado. Doy un gran salto del camión a la banqueta, se me cruzan las piernas, haciendo que estuviera a punto de terminar en el suelo. Que si no fuera por una señora que se encontraba ahí, y no hubiera servido para amortiguar, lo hubiera hecho.
Lo peor de todo esto, es que al chofer de mierda y su camión cagado, me los tengo que seguir topando a diario. Claro!, mi actitud antes de subirme a uno, ha cambiado. Voy preparado a todo.